jueves, 17 de agosto de 2017

Las Preocupaciones de Tilea - Capítulo 36

Disculpen la demora, pero aun me falta tiempo en el mundo real...

Las Preocupaciones de Tilea (Tilea no Nayamigoto Isekai Jashin Tensei Kitan) es una obra de Rina Shito y mi única participación es la traducción no oficial de la misma al español.

Capítulo 36: Yo soy la Virreina de la Armada del Dios Maligno, Camila.

—¡¡RAYOS!! —En una habitación de la guarida de los bandidos, Jacoh rugió encolerizado, arrojando una silla de una patada, destrozándola contra la pared ruidosamente.
Pasando su mano por su hinchado rostro, Jacoh recordó los irritantes eventos del día anterior. Sus hombres subyugados por una elfa invadiéndolos repentinamente para después ser entregados a los guardias.
Por suerte él había logrado escapar gracias a un fuerte soborno, pero para Jacoh la humillación fue enervante.
—Je… ¿Jefe? —sus subordinados se encogieron ante la furia de su jefe. Después de todo, Jacoh era temperamental y extremadamente salvaje. Era una cosa recurrente terminar golpeados o pateados por hacerlo enojar, o lo peor, algunos eran aplastados hasta quedar medio muertos.
—¡USTEDES, BASTARDOS! Ese monstruo de elfa, Remilia, ya se ha ido del pueblo, ¿no es así?
—¡S-Si…! ¡Así es! Ella estuvo en Beruga conduciendo una investigación, pero ya se ha marchado.
—Ya veo. Lo que hizo esa elfa es imperdonable, pero lo que hizo esa pueblerina, Tilea, ¡es aún más imperdonable!
Que esa chica trajera a esa elfa para incumplir la deuda. Ser despreciado por una pueblerina. Todo eso llevó su furia al límite.
—¡¡ELLA DEBIÓ OBEDIENTEMENTE ACEPTAR SER MI MUJER!!
—Je-jefe, ¿Qué-qué quiere que hagamos con la chica?
—¡Voy a hacer que se arrepienta de haberme tomado a la ligera! ¡¡Aun si llora y grita suplicando compasión no voy a perdonarla!!
—Co-cómo se esperaría de nuestro jefe. No hay clemencia ni para una mujer. Realmente admiro esa parte de usted.[1]
—Hmp. Suficiente de halagos. Más importante, ¿ya está mis hombres reunidos?
—Si. A su orden, los trecientos se han reunido.
—Bien. La humillación que sufrí por esa pueblerina será pagada por todo el pueblo. ¡Vamos a destruirlos, bastardos!
—¡¡SEEEEEEEE!!
Jacoh dio la orden de asaltar el pueblo. Demostrando su posición como líder de la banda, sus ojos estaban llenos de ferocidad. Y así los trecientos hombres atravesaron la planicie de Beruga a toda velocidad.
—Jefe, le agradezco por darme un trabajo real. Ya estaba cansado del papeleo.
—¡Idiota! El préstamo de dinero es la mejor pantalla para nuestro trabajo real.
—Lo entiendo. Es soló que los atracos son un trabajo tan entretenido, que no puedo más que sentirme decaído ante el tedio…
Todos los subordinados de Jacoh concordaron. Para empezar, todos ellos eran un grupo de gente que disfrutaba de los robos y los incendios. Para esta gente que vivía basada en sus instintos, era inevitable sentirse frustrada por tener que hacer un trabajo tan detallado como el trabajo de escritorio.
—Tsk. Honestamente, ustedes bastardos jamás se cansan de quejarse —reclamo Jacoh—. Oi, Beruga es un pueblucho sin guardias de verdad, ¡así que los aplastaremos de un solo golpe!
—¡SIIII!
—Maten a los hombres y capturen a las mujeres con vida —ordenó—. Después prendan fuego a todo el pueblo y desaparezcan como siempre. Y no olviden llevarse todo lo que parezca valioso.
—¡¡ENTENDIDO!!
Mientras los bandidos avanzaban, el grupo comenzó a discutir el cómo se dividirían el dinero y las mujeres. Ocasionalmente dejaron escapar risas vulgares al hablar de lo que les harían a las mismas.
—En cuanto a las mujeres, como siempre, el que llegue primero ser sirve primero, pero aquella pueblerina es mía, ¡¿entendido?! —Jacoh se aseguró de advertir a sus hombres de no robarle su presa. Si bien era una mujer arrogante e irritante, ella tenía un cuerpo bastante tentador.
«Su carne fresca será mía primero y una vez me aburra dejare al resto hacer lo que gusten» pensó.
—Je, je, je —rio Jacoh al encenderse sus oscuros deseos.
Entonces sucedió.
—Neilsen, me parece haber escuchado un desagradable e imperdonable ruido.
—Así es, mi señora. Verdaderamente un barullo terriblemente molesto.
Ante aquellas repentinas voces los bandidos detuvieron su curso. Parecían estar bastante cerca, lo que representaba lo mucho que se les habían acercado. A pesar de tener la guardia baja, que los dueños de aquellas voces pudieran acercarse tanto sin que ninguno miembro de este grupo de veteranos forjados en batalla los notara era insólito. Esto provocó una gran tensión entre los bandidos.
—¡¿Quién rayos son?! ¡¿Dónde se esconden desgraciados?! —Jacoh volteó en todas direcciones escaneado el perímetro. Había bastantes peñascos y árboles para que cualquiera se escondiera. Era el lugar perfecto para un ataque sorpresa.
«¿Una emboscada?»
Jacoh inmediatamente desenvainó su espada y se preparó para el ataque enemigo, mientras sus hombres se colocaron en formación con movimientos entrenados. Sus ojos brillaban vigilantes observando a su alrededor.
……
………
El silencio lo envolvió todo antes de que súbitamente un chillante rugido resonara por todo el lugar. Entonces algo enorme apareció frente al grupo de bandidos.
—¿Q-qué es eso?
—¡U-un wyvern[2]! ¡No, es algo más! ¡Jamás he visto un wyvern así de grande!
—¡¡Ja, ja, ja, Mira que confundir a un dragón con una lagartija sobre crecida…!! ¡Gyangu, devora a estos tontos parte por parte! —uno de los oficiales de la guardia pretoriana, Muram, ordenó a Gyangu matar a los bandidos.
Gyangu era el dragón criado personalmente por el General Demoniaco Gram, él cual exhibía escamas tan duras como el orihalcon así como una velocidad desproporcionada a su tamaño.
Los bandidos fueran devorados uno por uno sólo después de ser destrozados por las filosas garras y colmillos del dragón.
—¡Jiiiii! ¡¿Po-por qué hay un monstruo así…?!
Los bandidos intentaron huir de las mandíbulas de Gyangu intentado escapar mientras este devoraba a otros miembros de la banda. No había unión en absoluto, sólo un simple instintito de protegerse a uno mismo.
—¡Jiiiii! ¡¡E-esperen, por acá hay otro más!!
Pero en su desesperada carrera se toparon con otra imponente creatura cortándoles el paso. Había un dragón más, que, aunque de color distinto, era tan fiero como Gyabgu, y cuya brutalidad envió a los bandidos al agujero más profundo de infierno con terror.
—¡¡UUAAAHHH!! E-esto es malo… ¡¡HUYAN!! — El pánico se apoderó de los bandidos.
—¡I-idiotas! ¡Cálmense! ¡No rompan la formación! —ordenó Jacoh a sus subordinados e intentó retomar el control, pero fue en vano en el estado en que se encontraban los hombres.
Lo que es más, repentinamente entre veinte y treinta de sus hombres colapsaron sin más. No parecían haber sido atacados y tampoco parecían haberse desmayado por el impacto de alguna flecha mágica.  En toda su vida, Jacoh jamás había visto o escuchado de un evento tan extraño. Jacoh sentía que estaba por enloquecer en medio de la confusión.
—¿Q-qué está pasando? ¿Qué diablos está pasando? ¡¿Qué diablos has hecho?!
En ese instante un sudor frío comenzó a empapar el cuerpo de Jacoh. La chica que montaba a uno de los dragones alzó su mano y al batirla con un rápido movimiento…
Los subordinados alrededor de Jacoh cayeron al suelo partidos por la mitad. Esos mismos hombres que habían sido endurecidos por el campo de batalla, esos veteranos que habían enfrentado a guardias y bandas rivales, esos poderosos soldados que se habían salido airosos en incontables adversidades, ahora… Jacoh los contempló en el suelo.
Con una mirada colérica, aquella chica había cortado por la mitad a sus orgullosos hombres y con cado batir de su mano, los alaridos de sus hombres inundaban aquel lugar.
—¿Qué… esta… pasando? —Jacoh tembló.
Se habían fundido perfectamente con su entrono sin dejar rastro y de la nada aparecieron para masacrar a su grupo. Eran como dioses de la muerte que hacían a uno pensar en los demonios de los tiempos antiguos. En especial la anormal sed de sangre de la chica montando al wyvern.
«¿Esa chica? ¿No era esa pueblerina… Timu?»
¿Cómo era posible que una simple campesina pudiera matar con tanta facilidad? Pesar de ser solamente una niña, Jacoh podía sentir una inimaginable sed de sangre en ella.
Ella era el verdadero monstruo en aquella escena.
Y por primera vez en su vida, Jacoh sintió miedo.
Esa chica era una mala noticia. No había forma de aceptar el haberse convertido en su enemigo.
—¿T-Timu, era así? ¡Perdóname, no volveré a hacer maldades nunca más! —suplicó Jacoh.
—Neilsen, los crímenes de este insignificante humano siguen apilándose. Escuchar el sagrado nombre que me conecta con Onee-sama de la boca de tan asqueroso engendro…
—Ciertamente imperdonable. Incluso un castigo capital no será suficiente para tal osadía.
«¿Q-qué diablos está diciendo? Estaba seguro de parecer arrepentido, pero parece que todo está empeorando. ¿Y qué rayos es eso de nombre sagrado? ¡¿Qué no eres más que una pueblerina?!»
Ante el embate de creaturas incomprensibles, los veteranos fueron rápida y fácilmente aplastados y descuartizados. Y en un abrir y cerrar de ojos de los trescientos bandidos no quedaban más de veinte.
La mente de Jacoh no podía procesar los eventos frente a él. Lo único que tenía en claro es que lo que le esperaba sería peor que la muerte. No tenía más opción que recurrir a eso, su carta del triunfo reservada para las crisis.
—¡Todos! ¡A este paso seremos exterminados por estos monstruos! ¡Es todo o nada! ¡Ataquemos juntos!
—¡Pero con un monstruo así…!
—¡Imbéciles! ¡Aun si intentan esconderse, terminarán muertos! ¡Ahora todos,, prepárense!
—¡En-entendido!
—¡Bien! ¡¡A la carga!! —a la señal de Jacoh, los últimos diez bandidos se lanzaron sobre Camila. No había escapatoria y lo que quedaba era una acción temeraria.
«¡¡JEE!! ¡¡Idiotas!!»
Jacoh activó un hechizo explosivo que había colocado en sus hombres. En el momento en el que estuvieron sobre Camila explotaron uno tras otro.
—¡Ja, ja, ja, ahí te ves, maldito monstruo!
Jacoh había colocado el hechizo explosivo en cada uno de sus subordinados en caso de que llegase a ser necesario. Generalmente, el hechizo “Explosión” esa un conjuro que requería de un círculo mágico y un gran esfuerzo para hacerlo funcionar. Sin embargo, Jacoh usualmente experimentaba con sus subordinados bajó la pantalla de un entrenamiento especial. Y así, de poco en poco, para que nadie se diera cuenta, él grabó el hechizo “Explosión” en sus hombres.
Una sola explosión era poderosa y esta vez él había activado varios en sucesión.
Una densa nube de polvo cubrió los alrededores y mientras tanto Jacoh se retiró.
«Je, je. Parece que al final fui salvado por “mis capaces subordinados”» pensó. «Ahora sólo tengo que conseguir más, después de todo, si muero todo habrá terminado.»
Con una sonrisa, Jacoh invocó magia de refuerzo sobre si mismo y huyó a toda velocidad.


Bajo la orden de Onee-sama de permanecer en el restaurante, continué con mis deberes de vigilancia con todos los demás. Y mientras estaba en ello, recibí la noticia de Belnandes de que un grupo de trescientos se aproximaban. ¡Y de entre todos los humanos, tenía que ser el líder los bastardos que insultaron a Onee-sama!
No podía pedir más.
Continuando con la estrategia, un día antes me vi en la necesidad de tragarme mi furia; sin embargo, siendo que es él quien está atacando primero esta vez, no veo razón para contenerme.
Inmediatamente convoqué a los guardias de mi guardia para subyugarlos.
Montando a Gargan, me dirigía al lugar que Belnandes había señalado en su reporte y ¡ahí estaba él! El pináculo de las ofensas cometidas a Onee-sama marchaba por las planicies de Beruga a buen galope.
¡Voy a exterminarlo!
Habiendo llegado antes que los bandidos al paso del bosque, ordené a mis guardias esconderse y aguardar en todas direcciones. No permitiría que nadie escapara.
A final de cuentas, ¡cualquiera que se atreva ofender a Onee-sama debe ser masacrado!
Tenía a Neilsen apostado cerca de la espera de hacerlos caer en la trampa, cuando de todas las cosas, ¡escuché al líder vociferar la máxima ofensa hacia Onee-sama!
—Neilsen, me parece haber escuchado un desagradable e imperdonable ruido.
—Así es, mi señora. Verdaderamente un barullo terriblemente molesto.
Al escuchar mis palabras, los bandidos finalmente notaron nuestra presencia.
¡Siéntete libre de descubrir la gravedad de los crímenes que has cometido!
Ordené a mis guardias, que permanecía escondidos, y estos saltaron al ataque desde todas direcciones, comenzando así a masacrar a esos tontos uno tras otro.
Es más. Incluso permití a Gyangu desenfrenarse con sus fauces abiertas sobre aquella banda de idiotas.
Que frágiles.
Los tontos eran tan débiles que murieron sin oponer resistencia.
¡Y pensar que estas sabandijas se atrevieron a ofender a Onee-sama! ¡Incluso la estupidez debería tener límites!
Estaba tan furiosa que podía sentir mis entrañas retorcerse ardientemente.
—Camila-sama, por favor intente contener su aplastante presencia. Estas escorias están muriendo sólo de la impresión —apuntó Neilsen—. Varias docenas ya han caído sólo por la presión de su poder.
—¡Maldición! ¡¿Qué no pueden soportar ni este nivel?! ¡¡¿Qué tan insignificantes pueden ser estos insectos?!!
Realmente pensé que me estaba conteniendo, pero aparentemente mi furia dejó mi mana fluir libremente. Y a esas alturas, parecía que varias docenas ya había muerto sólo por la sobrecogedora cantidad de mana que dejé salir.
¡Que irritantemente frágiles! ¡¡A este paso mis hombres terminaran sin que yo pueda hacer algo!!
¡Esto es malo! ¡¡Tengo que apresurarme a actuar también!!
Montando a Gargan, observé con furia a los bandidos y blandiendo mi mano de arriba a abajo, cada vez, docenas de bandidos fueron cortados a la mitad.
La sangre de cada mitad se derramó en el suelo.
—¡¡UGYAAAHHH!! ¡¡MI BRAZO!!
—¡¡Jiiii!! ¡E-en, en un instante…! ¡Pa-partidos por la mitad!
Las moscas lloraban
—¡Debiles! ¡¡DEMASIADO DEBILES!! Morir así… ¡¿No es esto demasiado gentil?! ¡¡¿Qué puedo hacer con la rabia que siento por la humillación hacia Onee-sama?!! ¡¡¿HACIA DONDE PUEDO DIRIGIR ESTA FURIA?!!
Movida por la ira, corté sin más a la escoria frente a mí con un rayo de mana. Hasta que un mar de sangre se extendió ante mí.
Con cada ataque los ofensores de Onee-sama se apilaron como cadáveres uno tras otro y mientras yo me deshacía de estos, su líder se atrevió a dirigirme la palabra con una expresión forzada.
—¿T-Timu, era así? ¡Perdóname, no volveré a hacer maldades nunca más!
—Neilsen, los crímenes de este insignificante humano siguen apilándose. Escuchar el sagrado nombre que me conecta con Onee-sama de la boca de tan asqueroso engendro…
—Ciertamente imperdonable. Incluso un castigo capital no será suficiente para tal osadía.
¿Qué tanto pretende este asqueroso human hacerme enojar hasta quedar satisfecho?
Mi cólera estaba hasta el límite.
¿Cómo debería disponer de él? ¿Cómo debería atormentarlo?
Mientras pensaba en como ejecutarlo, el resto de los bandidos se arrojaron sobre mí al mismo tiempo.
Hmph, un ataque final al quedar acorralados, ¿huh?
Que poco originales.
Mas en el momento en que intentaron atacarme, uno por uno comenzaron a explotar.
Pude ver a los bandidos reventar uno por uno en sucesión. Un bombardeo suicida con “Explosión”.
A pesar de que habría sido una tremenda explosión para un humano, para un demonio no era más que un intento en vano. Un inútil último esfuerzo.
Sólo que, a causa del polvo levantado, mi visión quedó comprometida.
¿A caso estaban intentando crear una apertura?
—¡Ja, ja, ja, ahí te ves, maldito monstruo!
¿El plan era un simple escape? ¡Qué estupidez! ¡¡Pero que maldita estupidez!!
—¡Qué truco más barato!
—Camila-sama, parece que está incrementando su velocidad con magia de refuerzo.
Con el uso de magia de refuerzo, el líder de los ofensores de Onee-sama, continuaba poniendo distancia entre nosotros poco a poco.
A pesar de que la efectividad de la magia depende de cada usuario, la mayaría no podían incrementar más de dos o tres veces su capacidad original.
Parecía que el engendro se había especializado en reforzar sus piernas y ahora estaba corriendo como una bestia en fuga.
—Honestamente, ¿realmente creería que podría escapar?
Alcanzando el límite de mi paciencia, extendí mi mano en la dirección en la que escapaba mi presa. Concentré mana en mi mano y creé varios proyectiles. Oscuridad, ominosa magia oscura; con proyectiles docenas de veces más potentes que los proyectiles mágicos normales, posé mi vista sobre mi objetivo.
—¡¡Desaparece!! —disparé.
El animal que se encontraba ya a unos kilómetros de distancia, de tal forma que no parecía más que un grano de arroz; sin embargo, los proyectiles mágicos acertaron con precisión.
—¡¡GUBOAHHH!! ¡¡A-A ESTA DISTANCIA…!! ¡¡¡MALDITO MONSTRUO!!! —bombardeado por los proyectiles mágicos y con su carne desgarrada y su cuerpo despedazado, el llanto de aquel insecto resonó por todo el lugar.






Realmente me hubiese gustado ver una imagen de Timu-yandere en este capítulo…



[1] Según el traductor en inglés, es una referencia a JoJo's Bizarre Adventure. Un dialogo de los secuaces de Dio Brando…
[2] Wyvern o guiverno (en español) es un dragón usado en heráldica cuya característica principal es que posee dos patas o ninguna, además de una cola con púas. Las leyendas dicen que podía escupir fuego y/o poseer un alentó venenoso.

1 comentario:

  1. Me gustaria que continuaran la traducion, que la serie esta entretenida. <3

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