Disculpen la demora, pero aun me falta tiempo en el mundo real...
Las Preocupaciones de Tilea (Tilea no Nayamigoto Isekai Jashin Tensei Kitan) es una obra de Rina Shito y mi única participación es la traducción no oficial de la misma al español.
Capítulo 36: Yo soy la Virreina
de la Armada del Dios Maligno, Camila.
—¡¡RAYOS!! —En una habitación de la
guarida de los bandidos, Jacoh rugió encolerizado, arrojando una silla de una
patada, destrozándola contra la pared ruidosamente.
Pasando su mano por su hinchado rostro,
Jacoh recordó los irritantes eventos del día anterior. Sus hombres subyugados
por una elfa invadiéndolos repentinamente para después ser entregados a los
guardias.
Por suerte él había logrado escapar
gracias a un fuerte soborno, pero para Jacoh la humillación fue enervante.
—Je… ¿Jefe? —sus subordinados se encogieron
ante la furia de su jefe. Después de todo, Jacoh era temperamental y
extremadamente salvaje. Era una cosa recurrente terminar golpeados o pateados
por hacerlo enojar, o lo peor, algunos eran aplastados hasta quedar medio
muertos.
—¡USTEDES, BASTARDOS! Ese monstruo de
elfa, Remilia, ya se ha ido del pueblo, ¿no es así?
—¡S-Si…! ¡Así es! Ella estuvo en Beruga
conduciendo una investigación, pero ya se ha marchado.
—Ya veo. Lo que hizo esa elfa es
imperdonable, pero lo que hizo esa pueblerina, Tilea, ¡es aún más imperdonable!
Que esa chica trajera a esa elfa para
incumplir la deuda. Ser despreciado por una pueblerina. Todo eso llevó su furia
al límite.
—¡¡ELLA DEBIÓ OBEDIENTEMENTE ACEPTAR SER
MI MUJER!!
—Je-jefe, ¿Qué-qué quiere que hagamos con
la chica?
—¡Voy a hacer que se arrepienta de
haberme tomado a la ligera! ¡¡Aun si llora y grita suplicando compasión no voy
a perdonarla!!
—Co-cómo se esperaría de nuestro jefe. No
hay clemencia ni para una mujer. Realmente admiro esa parte de usted.[1]
—Hmp. Suficiente de halagos. Más
importante, ¿ya está mis hombres reunidos?
—Si. A su orden, los trecientos se han
reunido.
—Bien. La humillación que sufrí por esa
pueblerina será pagada por todo el pueblo. ¡Vamos a destruirlos, bastardos!
—¡¡SEEEEEEEE!!
Jacoh dio la orden de asaltar el pueblo.
Demostrando su posición como líder de la banda, sus ojos estaban llenos de
ferocidad. Y así los trecientos hombres atravesaron la planicie de Beruga a
toda velocidad.
—Jefe, le agradezco por darme un trabajo
real. Ya estaba cansado del papeleo.
—¡Idiota! El préstamo de dinero es la
mejor pantalla para nuestro trabajo real.
—Lo entiendo. Es soló que los atracos son
un trabajo tan entretenido, que no puedo más que sentirme decaído ante el
tedio…
Todos los subordinados de Jacoh concordaron.
Para empezar, todos ellos eran un grupo de gente que disfrutaba de los robos y
los incendios. Para esta gente que vivía basada en sus instintos, era
inevitable sentirse frustrada por tener que hacer un trabajo tan detallado como
el trabajo de escritorio.
—Tsk. Honestamente, ustedes bastardos
jamás se cansan de quejarse —reclamo Jacoh—. Oi, Beruga es un pueblucho sin
guardias de verdad, ¡así que los aplastaremos de un solo golpe!
—¡SIIII!
—Maten a los hombres y capturen a las
mujeres con vida —ordenó—. Después prendan fuego a todo el pueblo y
desaparezcan como siempre. Y no olviden llevarse todo lo que parezca valioso.
—¡¡ENTENDIDO!!
Mientras los bandidos avanzaban, el grupo
comenzó a discutir el cómo se dividirían el dinero y las mujeres. Ocasionalmente
dejaron escapar risas vulgares al hablar de lo que les harían a las mismas.
—En cuanto a las mujeres, como siempre,
el que llegue primero ser sirve primero, pero aquella pueblerina es mía,
¡¿entendido?! —Jacoh se aseguró de advertir a sus hombres de no robarle su
presa. Si bien era una mujer arrogante e irritante, ella tenía un cuerpo
bastante tentador.
«Su carne fresca será mía primero y una
vez me aburra dejare al resto hacer lo que gusten» pensó.
—Je, je, je —rio Jacoh al encenderse sus
oscuros deseos.
Entonces sucedió.
—Neilsen, me parece haber escuchado un
desagradable e imperdonable ruido.
—Así es, mi señora. Verdaderamente un
barullo terriblemente molesto.
Ante aquellas repentinas voces los
bandidos detuvieron su curso. Parecían estar bastante cerca, lo que
representaba lo mucho que se les habían acercado. A pesar de tener la guardia
baja, que los dueños de aquellas voces pudieran acercarse tanto sin que ninguno
miembro de este grupo de veteranos forjados en batalla los notara era insólito.
Esto provocó una gran tensión entre los bandidos.
—¡¿Quién rayos son?! ¡¿Dónde se esconden
desgraciados?! —Jacoh volteó en todas direcciones escaneado el perímetro. Había
bastantes peñascos y árboles para que cualquiera se escondiera. Era el lugar
perfecto para un ataque sorpresa.
«¿Una emboscada?»
Jacoh inmediatamente desenvainó su espada
y se preparó para el ataque enemigo, mientras sus hombres se colocaron en
formación con movimientos entrenados. Sus ojos brillaban vigilantes observando
a su alrededor.
…
……
………
El silencio lo envolvió todo antes de que
súbitamente un chillante rugido resonara por todo el lugar. Entonces algo
enorme apareció frente al grupo de bandidos.
—¿Q-qué es eso?
—¡U-un wyvern[2]! ¡No,
es algo más! ¡Jamás he visto un wyvern así de grande!
—¡¡Ja, ja, ja, Mira que confundir a un
dragón con una lagartija sobre crecida…!! ¡Gyangu, devora a estos tontos parte
por parte! —uno de los oficiales de la guardia pretoriana, Muram, ordenó a
Gyangu matar a los bandidos.
Gyangu era el dragón criado personalmente
por el General Demoniaco Gram, él cual exhibía escamas tan duras como el
orihalcon así como una velocidad desproporcionada a su tamaño.
Los bandidos fueran devorados uno por uno
sólo después de ser destrozados por las filosas garras y colmillos del dragón.
—¡Jiiiii! ¡¿Po-por qué hay un monstruo
así…?!
Los bandidos intentaron huir de las
mandíbulas de Gyangu intentado escapar mientras este devoraba a otros miembros
de la banda. No había unión en absoluto, sólo un simple instintito de
protegerse a uno mismo.
—¡Jiiiii! ¡¡E-esperen, por acá hay otro
más!!
Pero en su desesperada carrera se toparon
con otra imponente creatura cortándoles el paso. Había un dragón más, que,
aunque de color distinto, era tan fiero como Gyabgu, y cuya brutalidad envió a
los bandidos al agujero más profundo de infierno con terror.
—¡¡UUAAAHHH!! E-esto es malo… ¡¡HUYAN!! —
El pánico se apoderó de los bandidos.
—¡I-idiotas! ¡Cálmense! ¡No rompan la
formación! —ordenó Jacoh a sus subordinados e intentó retomar el control, pero
fue en vano en el estado en que se encontraban los hombres.
Lo que es más, repentinamente entre
veinte y treinta de sus hombres colapsaron sin más. No parecían haber sido
atacados y tampoco parecían haberse desmayado por el impacto de alguna flecha
mágica. En toda su vida, Jacoh jamás
había visto o escuchado de un evento tan extraño. Jacoh sentía que estaba por
enloquecer en medio de la confusión.
—¿Q-qué está pasando? ¿Qué diablos está
pasando? ¡¿Qué diablos has hecho?!
En ese instante un sudor frío comenzó a
empapar el cuerpo de Jacoh. La chica que montaba a uno de los dragones alzó su
mano y al batirla con un rápido movimiento…
Los subordinados alrededor de Jacoh
cayeron al suelo partidos por la mitad. Esos mismos hombres que habían sido
endurecidos por el campo de batalla, esos veteranos que habían enfrentado a
guardias y bandas rivales, esos poderosos soldados que se habían salido airosos
en incontables adversidades, ahora… Jacoh los contempló en el suelo.
Con una mirada colérica, aquella chica
había cortado por la mitad a sus orgullosos hombres y con cado batir de su
mano, los alaridos de sus hombres inundaban aquel lugar.
—¿Qué… esta… pasando? —Jacoh tembló.
Se habían fundido perfectamente con su
entrono sin dejar rastro y de la nada aparecieron para masacrar a su grupo.
Eran como dioses de la muerte que hacían a uno pensar en los demonios de los
tiempos antiguos. En especial la anormal sed de sangre de la chica montando al
wyvern.
«¿Esa chica? ¿No era esa pueblerina…
Timu?»
¿Cómo era posible que una simple campesina
pudiera matar con tanta facilidad? Pesar de ser solamente una niña, Jacoh podía
sentir una inimaginable sed de sangre en ella.
Ella era el verdadero monstruo en aquella
escena.
Y por primera vez en su vida, Jacoh
sintió miedo.
Esa chica era una mala noticia. No había
forma de aceptar el haberse convertido en su enemigo.
—¿T-Timu, era así? ¡Perdóname, no volveré
a hacer maldades nunca más! —suplicó Jacoh.
—Neilsen, los crímenes de este
insignificante humano siguen apilándose. Escuchar el sagrado nombre que me
conecta con Onee-sama de la boca de
tan asqueroso engendro…
—Ciertamente imperdonable. Incluso un
castigo capital no será suficiente para tal osadía.
«¿Q-qué diablos está diciendo? Estaba
seguro de parecer arrepentido, pero parece que todo está empeorando. ¿Y qué
rayos es eso de nombre sagrado? ¡¿Qué no eres más que una pueblerina?!»
Ante el embate de creaturas
incomprensibles, los veteranos fueron rápida y fácilmente aplastados y
descuartizados. Y en un abrir y cerrar de ojos de los trescientos bandidos no
quedaban más de veinte.
La mente de Jacoh no podía procesar los
eventos frente a él. Lo único que tenía en claro es que lo que le esperaba
sería peor que la muerte. No tenía más opción que recurrir a eso, su carta del
triunfo reservada para las crisis.
—¡Todos! ¡A este paso seremos
exterminados por estos monstruos! ¡Es todo o nada! ¡Ataquemos juntos!
—¡Pero con un monstruo así…!
—¡Imbéciles! ¡Aun si intentan esconderse,
terminarán muertos! ¡Ahora todos,, prepárense!
—¡En-entendido!
—¡Bien! ¡¡A la carga!! —a la señal de
Jacoh, los últimos diez bandidos se lanzaron sobre Camila. No había escapatoria
y lo que quedaba era una acción temeraria.
«¡¡JEE!! ¡¡Idiotas!!»
Jacoh activó un hechizo explosivo que
había colocado en sus hombres. En el momento en el que estuvieron sobre Camila
explotaron uno tras otro.
—¡Ja, ja, ja, ahí te ves, maldito
monstruo!
Jacoh había colocado el hechizo explosivo
en cada uno de sus subordinados en caso de que llegase a ser necesario.
Generalmente, el hechizo “Explosión” esa un conjuro que requería de un círculo
mágico y un gran esfuerzo para hacerlo funcionar. Sin embargo, Jacoh usualmente
experimentaba con sus subordinados bajó la pantalla de un entrenamiento
especial. Y así, de poco en poco, para que nadie se diera cuenta, él grabó el
hechizo “Explosión” en sus hombres.
Una sola explosión era poderosa y esta
vez él había activado varios en sucesión.
Una densa nube de polvo cubrió los
alrededores y mientras tanto Jacoh se retiró.
«Je, je. Parece que al final fui salvado
por “mis capaces subordinados”» pensó. «Ahora sólo tengo que conseguir más,
después de todo, si muero todo habrá terminado.»
Con una sonrisa, Jacoh invocó magia de
refuerzo sobre si mismo y huyó a toda velocidad.
…
Bajo la orden de Onee-sama de permanecer en el restaurante, continué con mis deberes
de vigilancia con todos los demás. Y mientras estaba en ello, recibí la noticia
de Belnandes de que un grupo de trescientos se aproximaban. ¡Y de entre todos
los humanos, tenía que ser el líder los bastardos que insultaron a Onee-sama!
No podía pedir más.
Continuando con la estrategia, un día
antes me vi en la necesidad de tragarme mi furia; sin embargo, siendo que es él
quien está atacando primero esta vez, no veo razón para contenerme.
Inmediatamente convoqué a los guardias de
mi guardia para subyugarlos.
Montando a Gargan, me dirigía al lugar
que Belnandes había señalado en su reporte y ¡ahí estaba él! El pináculo de las
ofensas cometidas a Onee-sama
marchaba por las planicies de Beruga a buen galope.
¡Voy a exterminarlo!
Habiendo llegado antes que los bandidos
al paso del bosque, ordené a mis guardias esconderse y aguardar en todas
direcciones. No permitiría que nadie escapara.
A final de cuentas, ¡cualquiera que se
atreva ofender a Onee-sama debe ser
masacrado!
Tenía a Neilsen apostado cerca de la
espera de hacerlos caer en la trampa, cuando de todas las cosas, ¡escuché al
líder vociferar la máxima ofensa hacia Onee-sama!
—Neilsen, me parece haber escuchado un
desagradable e imperdonable ruido.
—Así es, mi señora. Verdaderamente un
barullo terriblemente molesto.
Al escuchar mis palabras, los bandidos
finalmente notaron nuestra presencia.
¡Siéntete libre de descubrir la gravedad
de los crímenes que has cometido!
Ordené a mis guardias, que permanecía
escondidos, y estos saltaron al ataque desde todas direcciones, comenzando así
a masacrar a esos tontos uno tras otro.
Es más. Incluso permití a Gyangu
desenfrenarse con sus fauces abiertas sobre aquella banda de idiotas.
Que frágiles.
Los tontos eran tan débiles que murieron
sin oponer resistencia.
¡Y pensar que estas sabandijas se
atrevieron a ofender a Onee-sama!
¡Incluso la estupidez debería tener límites!
Estaba tan furiosa que podía sentir mis
entrañas retorcerse ardientemente.
—Camila-sama, por favor intente contener su
aplastante presencia. Estas escorias están muriendo sólo de la impresión
—apuntó Neilsen—. Varias docenas ya han caído sólo por la presión de su poder.
—¡Maldición! ¡¿Qué no pueden soportar ni
este nivel?! ¡¡¿Qué tan insignificantes pueden ser estos insectos?!!
Realmente pensé que me estaba
conteniendo, pero aparentemente mi furia dejó mi mana fluir libremente. Y a
esas alturas, parecía que varias docenas ya había muerto sólo por la
sobrecogedora cantidad de mana que dejé salir.
¡Que irritantemente frágiles! ¡¡A este
paso mis hombres terminaran sin que yo pueda hacer algo!!
¡Esto es malo! ¡¡Tengo que apresurarme a
actuar también!!
Montando a Gargan, observé con furia a
los bandidos y blandiendo mi mano de arriba a abajo, cada vez, docenas de
bandidos fueron cortados a la mitad.
La sangre de cada mitad se derramó en el
suelo.
—¡¡UGYAAAHHH!! ¡¡MI BRAZO!!
—¡¡Jiiii!! ¡E-en, en un instante…!
¡Pa-partidos por la mitad!
Las moscas lloraban
—¡Debiles! ¡¡DEMASIADO DEBILES!! Morir
así… ¡¿No es esto demasiado gentil?! ¡¡¿Qué puedo hacer con la rabia que siento
por la humillación hacia Onee-sama?!!
¡¡¿HACIA DONDE PUEDO DIRIGIR ESTA FURIA?!!
Movida por la ira, corté sin más a la
escoria frente a mí con un rayo de mana. Hasta que un mar de sangre se extendió
ante mí.
Con cada ataque los ofensores de Onee-sama se apilaron como cadáveres uno
tras otro y mientras yo me deshacía de estos, su líder se atrevió a dirigirme
la palabra con una expresión forzada.
—¿T-Timu, era así? ¡Perdóname, no volveré
a hacer maldades nunca más!
—Neilsen, los crímenes de este
insignificante humano siguen apilándose. Escuchar el sagrado nombre que me
conecta con Onee-sama de la boca de
tan asqueroso engendro…
—Ciertamente imperdonable. Incluso un
castigo capital no será suficiente para tal osadía.
¿Qué tanto pretende este asqueroso human
hacerme enojar hasta quedar satisfecho?
Mi cólera estaba hasta el límite.
¿Cómo debería disponer de él? ¿Cómo
debería atormentarlo?
Mientras pensaba en como ejecutarlo, el
resto de los bandidos se arrojaron sobre mí al mismo tiempo.
Hmph, un ataque final al quedar
acorralados, ¿huh?
Que poco originales.
Mas en el momento en que intentaron
atacarme, uno por uno comenzaron a explotar.
Pude ver a los bandidos reventar uno por
uno en sucesión. Un bombardeo suicida con “Explosión”.
A pesar de que habría sido una tremenda
explosión para un humano, para un demonio no era más que un intento en vano. Un
inútil último esfuerzo.
Sólo que, a causa del polvo levantado, mi
visión quedó comprometida.
¿A caso estaban intentando crear una
apertura?
—¡Ja, ja, ja, ahí te ves, maldito
monstruo!
¿El plan era un simple escape? ¡Qué
estupidez! ¡¡Pero que maldita estupidez!!
—¡Qué truco más barato!
—Camila-sama, parece que está
incrementando su velocidad con magia de refuerzo.
Con el uso de magia de refuerzo, el líder
de los ofensores de Onee-sama,
continuaba poniendo distancia entre nosotros poco a poco.
A pesar de que la efectividad de la magia
depende de cada usuario, la mayaría no podían incrementar más de dos o tres
veces su capacidad original.
Parecía que el engendro se había
especializado en reforzar sus piernas y ahora estaba corriendo como una bestia
en fuga.
—Honestamente, ¿realmente creería que
podría escapar?
Alcanzando el límite de mi paciencia,
extendí mi mano en la dirección en la que escapaba mi presa. Concentré mana en
mi mano y creé varios proyectiles. Oscuridad, ominosa magia oscura; con
proyectiles docenas de veces más potentes que los proyectiles mágicos normales,
posé mi vista sobre mi objetivo.
—¡¡Desaparece!! —disparé.
El animal que se encontraba ya a unos
kilómetros de distancia, de tal forma que no parecía más que un grano de arroz;
sin embargo, los proyectiles mágicos acertaron con precisión.
—¡¡GUBOAHHH!! ¡¡A-A ESTA DISTANCIA…!!
¡¡¡MALDITO MONSTRUO!!! —bombardeado por los proyectiles mágicos y con su carne
desgarrada y su cuerpo despedazado, el llanto de aquel insecto resonó por todo
el lugar.
…
Realmente me hubiese gustado ver una imagen de
Timu-yandere en este capítulo…
[1] Según
el traductor en inglés, es una referencia a JoJo's Bizarre Adventure. Un
dialogo de los secuaces de Dio Brando…
[2]
Wyvern o guiverno (en español) es un dragón usado en heráldica cuya
característica principal es que posee dos patas o ninguna, además de una cola
con púas. Las leyendas dicen que podía escupir fuego y/o poseer un alentó
venenoso.
Me gustaria que continuaran la traducion, que la serie esta entretenida. <3
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